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Día Nacional del Médico Rural: 4 de julio

El 4 de julio se conmemora en la Argentina el Día Nacional del Médico Rural instituido por la ley 25.448, sancionada en junio de 2011 para conmemorar el natalicio del doctor Esteban Laureano Maradona (1895-1995), médico que ejerció durante 50 años la medicina en la localidad de Estanislao del Campo, provincia de Formosa.

Este lunes se reconoció a profesionales que ponen sus conocimiento al servicios de las poblaciones que cumplen «una función social y humanitaria que es ampliamente reconocida por cada uno de los pacientes», a quienes conocen en profundidad.

«Nosotros trabajamos mucho en lo social, lo que por ahí en las grandes ciudades no, porque a veces no se conoce la realidad del paciente y nosotros conocemos todo», contaba la pediatra y médica rural Yudith Villarreal.

«Nos toca lidiar con distintas realidades, especialmente con la realidad social a la que está inmersa el paciente y su familia«, añadió.

Por su lado, la médica rural generalista Rosana Roldán explicó: «muchas veces con poco hacemos mucho y podemos salvar vidas, y esas son las gratificaciones de trabajar en la ruralidad».

Las médicas Yudith y Rosana trabajan desde las siete de la mañana y cada día es distinto en el extenso territorio del interior de Santiago del Estero. La ruralidad en la provincia es una característica particular. Cada pueblo, cada paraje es distinto e incluso cada familia tiene su propia realidad y ellas conocen cada detalle.

Rosana tiene 49 años y hace 22 que es médica generalista, además es la actual directora del hospital de Nueva Esperanza, al norte de la provincia santiagueña.

«Elegí ser médica rural y siempre lo digo con orgullo», remarcó y agregó «damos una solución a esa gente que está en el interior alejado de una gran ciudad».

«A veces, luego de transitar por esos caminos de difícil acceso, para llegar a pacientes que necesitan ser atendidos, gratifica mucho y en eso doy gracias, porque el médico es un instrumento de Dios para poder ayudar a la gente, poder curar y sanar una dolencia», enfatizó.

«Para mí es un placer ir al interior», dijo y en ese aspecto sostuvo que es una alegría «poder llegar a los diferentes parajes, hacer operativos de salud, controles de niños, completar esquemas de vacunación, controles prenatales y atender a la población en general».

También destaca a su equipo conformado por agentes sanitarios, obstetras y enfermeros.

«Ser directora y médica rural implica gestión, acompañamiento con mis pares, mi familia hospitalaria, estar ahí para el paciente», expresó la doctora Rosana y no dudó en indicar que «hoy por hoy estoy feliz por todos los avances que hemos tenido en nuestra región para poder tener una mejor calidad de atención hacia el paciente».

Además de Nueva Esperanza que se reconoce como ciudad de cabecera del norte santiagueño, Roldán recorre todas las semanas poblaciones como San José del Boquerón, El Mojón, El Bobadal, entre otros parajes.

«Durante estos más de 20 años de médica he llegado a lugares en los que nunca había llegado un médico, por ejemplo, a la localidad La Soledad que está a unos 120 km de Nueva Esperanza, poder dar atención es una gran alegría y por eso siempre soy una agradecida a la vida y Dios por mi profesión», relataba. Y aclaraba que sus pacientes son familia, y que cuando se moviliza no lo hace solo como médica sino como parte de la familia.

Uno de los casos que la emociona es el de Lucas, un niño de 5 años, de la localidad El Quemado. «Hace dos meses sufrió un accidente en el que se prendió fuego su casa y dentro de ella estaba Lucas. Pensábamos que no iba a sobrevivir». Se actuó rápidamente, porque eran distancias muy extensas el lugar de su vivienda. Por la gravedad de su estado fue trasladado al hospital Garrahan, en donde «hace días pude ir a verlo», comentó con lágrimas en los ojos. 

Relata que hoy a Lucas le falta poco para volver a su casa y eso la gratifica porque muchas veces con poco hacemos mucho y pueden salvar vidas.

La doctora Yudith Villarreal, además de ser médica rural y pediatra, es directora del hospital de Brea Pozo, su pueblo natal, a unos 70 kilómetros de la ciudad Capital. Ella culminó su especialidad en Pediatría en la Universidad Nacional de Córdoba, pero en 2001 decidió volver a Brea Pozo para brindar un poco de sus conocimientos y su sensibilidad social. Se levanta bien temprano. A las siete de la mañana ya está en el hospital. Además de realizar todas las cuestiones administrativas, lleva a cabo los controles de salud a los niños, ya que es la única pediatra en el lugar.

Pero su tarea no concluye en ese lugar, sino que sale al terreno, a parajes o localidades de la zona, en donde incluso en algunas escuelas sirven de «sede» no solo para vacunación, completar esquemas, sino también para los chequeos o incluso hablar con los docentes y padres sobre aspectos sanitarios y sociales.

«Nosotros los médicos rurales no tenemos muchas herramientas, entonces tenemos que aprender a diagnosticar con lo que tenemos, a encontrar otras herramientas para nuestros pacientes», explicó Villarreal.

«Como médica rural conocemos a nuestros pacientes, sabemos dónde vive, conocemos a su familia, sabe toda su la realidad y por eso trabajamos mucho con lo social, lo que por ahí en las grandes ciudades no se hace», subrayó.

«En la ruralidad debemos saber dónde vive, si le vamos a indicar alguna medicación, si pueden llegar por sus propios medios a un control, e incluso muchas veces hemos dejado niños internados y por ahí no lo necesitaban, pero vivían muy lejos», detalló.

«Todo eso es lidiar con otras realidades, cada paciente es una realidad, entonces conocemos la realidad social a la que está inmersa el paciente y su familia», puntualizó.

Rosana finalizó con un hermoso saludo diciendo: «¡Feliz día del médico y médica rural a todos nuestros colegas del interior de nuestro país!» y pidió «siempre levantar en alto la bandera de ser médica o médico rural».

Télam – Agencia Nacional de Noticias Lunes 04 Julio 2022 Capital Federal — º Newsletter

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