La historia de los refranes: «El casado, casa quiere»
El casado, casa quiere
Los recien casados deben irse a vivir solos. Bueno, debieran. Ni a la casa de los padres de él, ni a la de los padres de ella, no hay que olvidar que los padres de uno son los suegros del otro, y eso es un explosivo que puede detonar en cualquier momento… ¡Y sí!
Tampoco irse a vivir a la casa de ningún pariente, mucho menos a la de una ex pareja -“con onda”- de alguno de ellos… ¡Claro, es mucho! Más que “el casado, casa quiere”, este dicho debería expresar: “El casado, casa necesita”. Porque es mucho más que un deseo, se trata de una necesidad básica para el comienzo de la marcha del matrimonio… o noviazgo, pareja, concubinato, como se lo quiera llamar…
Después se verá si alquilan o compran o les prestan, si irán a casa o departamento, después vendrán los hijos y con el tiempo es muy posible que tengan que mudarse… ya en bloque familiar, y así… Vivimos tiempos en los que el mercado se ha apoderado de nuestras almas, y nos hace soñar y sufrir de más tamizándolo todo bajo sus leyes timberas…
Quiero decir que “El casado, casa quiere” es un refrán que, hoy por hoy, tanto puede hacernos soñar con una casa como las de revista Caras, y reventar de orgullo hasta el infarto si accedemos a ella, o reventar de odio hasta otro infarto por no poder tenerla… ¿Y el amor che?… “Ah qué sé yo, ni me acuerdo dónde lo puse, fijate en el placard”…
Fuera de broma: privacidad, intimidad, una dependencia independiente, sin nadie de afuera entrometiéndose en sus decisiones cotidianas, todo eso precisa la flamante pareja para lograr una vida en común lo más armoniosa posible… ¿Saben qué significa casados? ¡Casa para dos!… O sea: mitad de la casa para uno, mitad para el otro… ¿Qué mitad le corresponde a cada uno? Bueno, ese es un tutorial que encontrarán viendo (o volviendo a ver) “La guerra de los Roses”… ¿O no, amigo Napoleón?
"El casado, casa quiere" (Napoleón)
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