Música/Espectáculo

Javier “Cardenal” Domínguez evocó el repertorio de Manzi en el ciclo “Noches únicas”

El Cardenal lleva ya 30 aos con el Foto Gentileza Paola Evelina Gallarato
El Cardenal lleva ya 30 años con el Foto: Gentileza Paola Evelina Gallarato.

Arde San Telmo, y las mesas reflejan la diagonal etaria que Javier “Cardenal” Domínguez cosechó a pura voz: jóvenes, los que ya no lo son tanto, fanáticos recientes, asiduos de siempre, colmaron la sala.
“El Carde” llega a esta cita con repertorio de lujo: la obra del prolífico Homero Nicolás Manzione: poeta-periodista-guionista-militante-dramaturgo-director cinematográfico; uno de esos renacentistas que regaló el género.
Las aguafuertes de Manzi parecen hechas a medida del dúo Domínguez- Argañaraz –este último en guitarra, supliendo a Hernán Reinaudo, de gira– que al sonar redescubre empedrados, esquinas, glorias, pasiones, fracasos.
Y si volver sobre clásicos como Malena o Sur no es para cualquiera, Javier tiene el ancho de bastos: despliega una alquimia oral que reverdece versos y melodías haciéndolas brotar como epifanías. Son las mismas palabras, pero son otras: al decirlas, este cantor trae recodos, silencios oportunos, ecos nuevos. Tiene el don: por eso reencontrarlo es siempre una sorpresa, una resurrección de aquello que, por escuchar casi abusivamente, quizás habíamos abandonado.
Otras perlas de Manzi no menos renombradas también brillan esta noche: “Che bandoneón”, “Romance de barrio”, “Milonga del 900”. Encandila un “Fuimos” contrapunteado con la guitarra. Los bajos suculentos y efectivos de Argañaraz, apoyado su séptima bordona –una cuerda extra, más grave– hacen del dúo un trío; suman el fantasma concebido en sinergia.

En Europa no se consigue

Javier Domínguez es un orfebre de los matices, ideal para esta parada, donde pesa también la experiencia. A lo largo de su carrera, además de haber gastado valses, estilos, milongas, triunfos, vidalas, y otros contiguos al dos por cuatro, siguió madurando como intérprete.
No le escapa al ribete, lo camina sin tensión, como si fuese fácil: su afinación precisa reluce en esos recodos melódicos. Tampoco abusa del volumen –que le sobra– ni del vibrato for export que tristemente algún gritón efectista llevó hasta la caricatura. El Cardenal ahonda en sobriedad de buen oficio vocal: técnica al servicio de la canción y no al revés.
Pablo Folino –pintor, poeta y coautor del ciclo “Noches únicas”– toma el micrófono en el intervalo y completa con color narrativo el universo Manzi. Recita “Viejo ciego” y convoca en esas líneas la carbonilla oscuramente bella del gran Homero.

Te acordás hermano

Mucho tiempo pasó desde los tempranísimos ’90, cuando se subía engominado y de smoking al tablado del mítico Parakultural en la calle Chacabuco. Aquel fértil “Varieté” pergeñado por Omar Viola, entre transformistas y enanos, fue el debut donde solito, guitarra en mano, el Carde daba su mini show con tres clásicos gardelianos: Muñeca Brava, Mano a mano y Yira yira.
Después, él mismo yiró por Líbano, Angola, Canadá, Japón, Estados Unidos, Europa, América central. Fue invitado a cantar con las elites –Orquesta de Tango de la Ciudad, dirigida por Raúl Garello y Carlos García, la Juan de Dios Filiberto, el Sexteto Mayor– se fue a vivir al campo, donde crio dos hijos junto a Paola.

"Tal vez será su voz" Canta Javier Domínguez.

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Desde aquella “Voz revelación” que ganó el Certamen “Hugo del Carril” en 1996 hay un recorrido calidoscópico: cada giro suyo vuelve a sorprendernos, aunque conserva, de esos primeros pasos, el aire gardeliano, la estampa, esta solvencia lírica que deslumbra.
“Noches únicas” (en Pista Urbana: Chacabuco 874, San Telmo) es todos los segundos viernes de cada mes, a la gorra. Prometen, para el viernes 14 de abril, el capítulo “El cantor nacional” con repertorio de Charlo, Zitarrosa, Gardel, Corsini… Agenden.

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