Katja Alemann y Juan Carrasco protagonizan «La sudestada»
Katja Alemann regresa a la pantalla grande con el próximo estreno de "La sudestada", policial negro de Daniel Casabé y Edgardo Dieleke que protagoniza junto a Juan Carrasco, que tuvo su premiere mundial en el Festival Internacional de Cine de Rotterdam y logró una Mención Especial del jurado de la Competencia Internacional del último Bafici.
El filme que el jueves 11 llegará a la cartelera comercial, reinterpreta el policial negro con una historia que ubica a los protagonistas en un universo con elementos oníricos.
Tráiler de "La sudestada"
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La historia recorre buena parte de los elementos del Noir a los que agrega una indudable porteñidad a partir de los usos y costumbre de Jorge "Sabueso" Villafañez (Carrasco).
Villafañez es un detective privado, tan cínico como riguroso, que sigue de manera implacable los pasos de Elvira Schulz (Alemann), una coreógrafa de quien su esposo (Edgardo Castro), quiere saber todos sus movimientos -también sospecha que lo engaña con otro hombre- para poder recuperarla.
"Mi personaje transita zonas que conozco por mi trabajo artístico", cuenta a Télam Katja Alemann y enumera el proceso que atraviesa en cada experiencia: "La angustia creativa, el no saber qué ni cómo, la crítica exacerbada con lo que se va encontrando, la revelación que produce el buceo en los diferentes lenguajes expresivos".
La actriz agrega que todas estas preguntas y estados, finalmente son parte de un camino para llegar "a lo que una siente que sí va, en la revelación que produce el buceo en los diferentes lenguajes expresivos".
Justamente, esa búsqueda de Alemann en la película encuentra el cauce ideal, en tanto la relación entre el Sabueso y Elvira primero se establece en tono hitchcockiano con referencias a "Vértigo", pero luego esta correspondencia entre ambos personajes toma un camino tan insospechado como funcional al relato.
"Los directores pusieron mucho énfasis en la relación, que es de un plano extraordinario, fuera de lo común", cuenta la actriz, "el juego con la danza en los sueños y la realidad, está muy bien contado y la historia original de Juan Sáenz Valiente se mantuvo hermosamente en el guion", describe satisfecha la actriz.
Por su parte Carrasco, primero se preocupa por dejar sentado en relación a su composición como el Sabueso Villafañez, que "por suerte es un investigador privado, no es un expolicía", dice el actor que por primera vez protagoniza una película, aunque tiene una larga y prolífica trayectoria en teatro e incursiones en la televisión, el cine e incluso en la publicidad.
Aclarado el tema, Carrasco dice que su personaje, el Sabueso, "es un tipo que tiene un trabajo para nada glamoroso, uno piensa en Humphrey Bogart en su buhardilla tomando whisky, pero nada que ver, este es un tipo que hace un trabajo casi burocrático".
Con respecto a la sintonía que se produce entre investigador e investigada, que incluye la danza y cuerpos desnudos, Carrasco se explaya sobre el oficio de actuar y la fe en los realizadores.
"En el cine el que cuenta el cuento es el director y los actores estamos básicamente al servicio de lo que necesita para contar -explica- entonces cuando te tocan este tipo de escenas oníricas, donde hay una exposición física de ambos, uno se entrega a las marcaciones del realizador, aunque no te voy a mentir, fueron difíciles", afirma el actor que trasmite una gran alegría por el resultado de "La sudestada" y anhela que "me sigan llegando personajes hermosos como este".
Exposición de la desnudez y danza, apenas dos de los elementos que plantea la puesta de la película, son indisociables de la figura de Alemann, que en los 80 y 90 fue un ícono de la escena under porteña, con sus performances y el protagonismo en video-ensayos experimentales de los cuales el filme también se nutre.
"Para mí es un personaje a medida, bailar es una de las disciplinas que más me gustan y parece que me ha llegado la hora de bailar en una película, quién lo hubiera dicho", reflexiona y agrega, "además creo que el cuerpo desnudo en mi caso, que me desnudé en todos lados, a esta edad (65 años) también es una forma de resistencia a los parámetros de juventud y belleza que nos impone el mercado".