Ana Prada se reafirma con «No» sin necesidad de «la mirada de los otros»
La cantante y compositora uruguaya Ana Prada estrenará el viernes en Argentina el repertorio de su último y luminoso disco “No”, un trabajo a la altura de su propio recorrido como una destacada voz de la canción rioplatense con el que regresa después de una década y tras una crisis personal y artística desde la que afirma sin prescindir de la ironía: “Ya no voy a ser Madonna”.
“Me vino bien este quiebre porque para mí este disco es como cero expectativa, como un poco un primer disco que me aleja de entrar como en una carrera donde te empiezan a pesar otras cosas, la mirada de los otros y el concepto de éxito”, confiesa Prada durante una entrevista con Télam.
La artista debutó discográficamente en 2006 con ''Soy Sola'' y su estilo personal abrió rumbos posibles para el género en una experiencia estética que se profundizó con "Soy Pecadora" (2009) y con “Soy Otra” (2013).
Desde entonces -y aunque ese año también publicó junto con Teresa Parodi “Y qué más” y siguió actuando con la correntina y también con su expareja Pata Kramer-, Ana ya no publicó material nuevo.
De la mano de “No”, compendio de ocho canciones que la unió con el joven músico, guitarrista y productor Pedro Alemany, retornó a bateas y esa vuelta se corporizará en la disco porteña Niceto donde actuará el viernes próximo desde las 20.
Sobre el escenario del local sito en Niceto Vega 5510, Ana cantará lo nuevo y repasará momentos de su historia sobre una puesta de Pato Tejedor y acompañada por una banda integrada por Juan de Benedictis y Javier Mattano en guitarras, Juan Clemente en batería, Julieta Taramasso en bajo y Sabrina Diaz en teclados.
Allí estrenará en directo las certeras canciones “Todo es poco”, “Podría ser”, “Palabras de amor” (que en su versión de estudio sumó a su primo Jorge Drexler), “Me haces falta”, “No hay verdades” (con la participación de Natalia Oreiro), “Soy corteza”, “A la deriva” y “No es hoy”, que tienen la particularidad de empezar todas con la palabra “no”.
No hay verdades, con Natalia Oreiro
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“Cuando decís que no estás diciendo que sí a otras cosas y también cuando decís que no a algo, le estás diciendo que no a tantas otras. Es así la vida y yo podría haberle dicho que sí, haber tomado otras decisiones, haber puesto toda mi energía solo pura y exclusivamente en mi carrera hace 14 años y capaz que estaría en otro lado y capaz sería más feliz o menos y no sé decirme qué garantiza la felicidad y qué es el éxito”, reflexiona la vocalista y guitarrista.
-Télam: ¿Fueron esas preguntas las que atravesaron estos años tuyos sin discos ni canciones nuevas?
-Ana Prada: En este tiempo que pasó me pasaron un montón de cosas que me han hecho la persona que soy ahora, así que estuvo bien. Digo, desde criar ovejas y tener 70 corderitos a mi cargo, hasta tener un hijo, hasta perder una madre, hasta cambiar de pareja, separarme, buscar nuevas formas del amor, construir desde otro lado, estar separadas pero bien, tener un amor y haberlo perdido por la pandemia. O sea, me pasó de todo y todo intenso porque lo que sí tengo claro es que quiero vivir la vida a full, a mil por hora lo que sea: Las pasiones, los amores, los dolores y todo lo que conlleva porque medio que la tibieza nunca fue mucho lo mío y no es que viva acelerada, pero nunca le tuve ni le tengo miedo a lo intenso, para nada.
-T: Igualmente no deja de sorprender que la música, un lenguaje que manejás con talento y te conecta con tantas personas haya caído también en esa volteada…
-AP: Y bueno…pasó mucho tiempo, mucha vida. Pasó un tocar fondo, un cuestionarme un montón sobre sobre este oficio sobre si realmente es lo que me hacía feliz, lo que me hace feliz. Fue como una crisis personal muy grande y una necesidad de salir de ahí como el ave fénix, con algo nuevo, renovada, sintiéndome motivada. Y hay algo que es muy importante aunque nunca lo recalco y es que siendo artista independiente lo primero son los tiempos personales, no es que tenés un contrato a término. Y tenés que financiar tus propios proyectos y cuando pensás en grabar también hay que contemplar un presupuesto para un estudio, un técnico, un productor y otro montón de cosas que implica también haber trabajado antes y acá, en el medio, me agarró la pandemia previo a una gira hacia Europa. Toda esa sucesión de hechos hicieron que en todo ese tiempo pensara en dedicarme a otra cosa.
-T: Y por el contrario ¿qué pasó para que retomaras la canción?
-AP: Siempre me cuestiono de todo y soy muy dubitativa y me pasaron un montón de cosas en la vida y tuve que ocuparme y no pude grabar el disco y no pude salir, no pude hincarle el diente a lo mío sola y la pandemia fue como tocar un poco fondo en ese sentido. Pero bueno, Camila Sapin (hija de Beatriz Fernández una de las integrantes del cuarteto vocal femenino La Otra del que Prada fue parte entre 1998 y 2011) me invitó a cantar un tema y eso me metió nuevamente al estudio y conocí a Pedro Alemany que es el esposo de Cami. Fue como que me junté con ellos, nos pusimos a conversar y se armaron un estudio divino en Shangrilá (balneario de Ciudad de la Costa, en Canelones) donde nos habíamos mudado y dije “esto es lo que quiero hacer, sí, es por acá”. La verdad que todo este tiempo fue difícil, pero también me sirvió para ordenar, para leer, para aprender un montón de cosas y trabajamos sobre ocho canciones y conecté con Pedro que por un lado es más joven que yo y está haciendo beats y cosas para otros géneros de musicales, pero que a la vez fue discípulo del “Príncipe” Gustavo Pena (trovador uruguayo de culto) y entonces tiene una cosa con la energía de la canción y un respeto a eso que está bueno que por más que venga de otro palo.
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-T: ¿Con quién y cómo trabajar también es parte de esa deriva de ser artista independiente?
-AP: Claro. A mí me interesa estar en ese momento conectada con esa persona, con esos músicos más allá de los laureles o no laureles, o las cucardas o no cucardas que tenga cada productor. A veces pesa que te digan “estaría bueno que te produzca un disco fulano que es como el rey Midas” y a lo mejor sería divino pero no me ha pasado de ningún tipo de propuesta, pero por otro lado para mí pasa por una conexión de cariño, de admiración y de respeto en ese momento con esa persona para ese trabajo en particular.
-T: “No” ya lo tocaste en Uruguay ¿al retomar el vivo se cerró ese círculo de deseos y energías?
-AP: Por suerte volví a cantar, volví a los escenarios, se armó todo de nuevo. Ahora con el tiempo creo que la falta de contacto con el público que para mí es como el alimento que me justifica el estar haciendo lo que estoy haciendo me puso en un lugar en el que me faltaba la sal de este oficio que es ese intercambio, esa cosa del viaje, del encuentro, del compartir. Ahora siento que tengo que subirme un escenario, siento que me hace bien por lo que me devuelve la gente y siento que le puede hacer bien a otras personas y me parece que está bueno que nos animemos a toquetear las emociones, a meternos con lo que te eriza la piel.