Ignacio Agüero: «El cine siempre es un cruce de fronteras»
A fines del siglo XlX un ingeniero belga escribió un diario sobre su experiencia en la región de la Araucanía chilena, adonde llegó para la construcción de un ferrocarril, un texto que es el punto de partida de la extraordinaria “Notas para una película”, de Ignacio Agüero, un ensayo fílmico que se asienta en el pasado para hablar del presente y que se verá en la muestra de cine documental DOC Buenos Aires.
La 23ra. edición del festival, que comienza este martes y se extenderá hasta el 27 de agosto en la Sala Leopoldo Lugones del Complejo Teatral San Martín y la Sala Mario Soffici-DAC del barrio de Villa Crespo, tiene como uno de los invitados centrales a Agüero, uno de los principales cineastas chilenos del presente.
Con películas como “Sueños de hielo”, “Aquí se construye (o Ya no existe el lugar donde nací)”; “Como me da la gana”; o “Nunca subí el Provincia”, entre otros títulos, Ignacio Agüero refleja como testigo de su tiempo las transformaciones y luchas de su país, pero además, en cada una de sus películas reflexiona sobre el oficio de contar.
“Nos complace movernos en el cine con toda libertad, cruzando los géneros de un lado a otro porque el cine lo permite y el cine es siempre un cruce de fronteras”, reflexiona el cineasta en comunicación con Télam y a propósito del curioso rompecabezas narrativo que es “Notas para una película”, que se exhibirá en la Sala Leopoldo Lugones el próximo domingo, mientras que otro filme suyo, “Sueños de hielo” (1993), se proyectará el 25 de agosto a las 14 en el mismo lugar.
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Si el disparador del relato es “Diez años en Araucanía”, el libro de Gustave Verniory que llegó a Chile para trazar la vía férrea entre las localidades de Victoria y Temuco luego de que los mapuches de la región fueran echados por el ejército chileno en lo que irónicamente se llamó la "Pacificación de La Araucanía", Agüero utiliza todas las herramientas del cine para denunciar las injusticias históricas y, claro, también hablar de diferentes problemáticas que llegan hasta el presente.
En el relato, el ingeniero Verniory (Alexis Mespreuve) aparece vestido como en su época, el propio Agüero entra en escena para aclarar algunos puntos y también están los reclamos de los pueblos originarios en el presente.
Entre la ficción y el documental, “Notas…” también recurre a la obra de otros realizadores como la mejor manera de entender procesos históricos y así incluye al mítico corto “La llegada del tren a la estación” de los hermanos Lumière, inserta fragmentos de “Ahora te vamos a llamar hermano” de otro gran director chileno como Raúl Ruiz -que registra el encuentro de Salvador Allende con comunidades mapuches- o incorpora “El tren de la victoria”, del neerlandés Joris Ivens, que siguió la campaña política del Frente de Acción Popular en 1964.
El jueves 24 a las 10.30 en la Sala Mario Soffici-DAC (Vera 559), se realizará el encuentro “Miradas cruzadas o ¿qué ven los cineastas?”, una charla entre el argentino Gustavo Fontán, que analizará “Notas de una película” y Agüero, que abordará “La Terminal”, el último filme de su par argentino, que este martes abre el DOC Buenos Aires.
-¿El libro de Gustave Verniory es el vehículo ideal para hablar de las luchas políticas y la historia de su país, los temas que le interesan como realizador?
-El texto de Verniory es por supuesto el punto de partida para la película, pero lo es principalmente porque es un muy bello y muy bien escrito, tiene la experiencia singular de un hombre joven muy curioso que se convierte en un testigo privilegiado de la entrada de Chile a la selva de la Araucanía, al territorio mapuche, un testigo que está avizorando todo lo que ocurre. A todo eso él lo transforma en un libro de aventuras, porque ese era el Lejano Oeste chileno, cuando entra el ferrocarril después de la derrota del pueblo mapuche por el ejército chileno que casi lo extermina.
-¿La intención de mostrar los “hilos” del relato y mostrar a la película como una construcción colectiva puede ser el intento de atrapar al espectador del presente?
-La verdad es que la película no busca atrapar espectadores reticentes al cine en general, sino que lo que busca con su forma es descubrir formas para hablar del pasado, porque no es fácil hacer un documental de época, del final del siglo XIX. Lo que permite el cine es juntar los tiempos, viajar rápidamente de un siglo a otro, del presente al pasado. Y bueno, hay que inventar la forma de hacerlo y de manera económica, así fue como fuimos inventando esta forma de incorporar al equipo de rodaje también en la realización, actuando, apareciendo como extras, utilizando todos los recursos a mano de un equipo muy pequeño.
-La película difumina deliberadamente los límites entre el documental y la ficción. ¿Qué es lo que busca con ese tipo de puesta?
-Borrar los límites o traspasarlos entre lo que es el cine ficción y el documental es un atractivo para cualquier cineasta. Yo creo que no tenemos por qué someternos a estar encasillado dentro de un género, dentro de un tipo de película, nos complace movernos en el cine con toda libertad, cruzando los géneros de un lado a otro porque el cine lo permite y el cine siempre es un cruce de fronteras. Los cineastas tenemos que jugar y aprovecharnos de todos esos recursos y así la película se hace más interesante y logra llegar a zonas del conocimiento, de la sensibilidad y de la inteligencia humanas mucho mayores.
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-¿El diálogo entre los “pasados” de Chile e incluso las referencias al cine de Raúl Ruiz son necesariamente los vehículos para hablar del presente de su país?
-La inclusión de imágenes de archivos, tanto de Ruiz como de Joris Ivens y otros archivos personales míos, son recursos y como recursos tenemos que ser como peces en el agua, movernos dentro del océano con toda la libertad. Al movernos entre el pasado y el presente, por supuesto que ayuda a comprender mejor lo que estamos viendo. Y también a entretenernos con lo que es el cine, no solamente con la historia de alguien, lo que es el cine como medio para jugar con los relatos y con la realidad.
-¿Cuál cree que es su mirada sobre el estado del documental en el presente? ¿Por dónde cree que pasan los temas y las formas de abordar los temas que son de interés para los cineastas?
-Siempre ha sido lo mismo: la forma de abordar las películas y de abordar los documentales pasa por la intuición, la imaginación y la inteligencia del autor, de los realizadores. El DOC Buenos Aires es un lugar privilegiado para conocer el estado actual de las formas del cine documental y estoy seguro de que, como hemos visto en años anteriores, también este año veremos formas muy disímiles que hablan de la riqueza enorme del documental como forma, porque el documental no está atado a formas de producción como la ficción, en donde participa una enorme cantidad de gente. El documental tiene sistemas y formas de producción menos rígidas, de mayor facilidad de movimiento, lo que posibilita la riqueza en las formas de la película.